Introducción
La educación de adultos se da en una diversidad de contextos y tiene muy diversos significados. Para algunos consiste en el aprendizaje de las habilidades básicas de lectura y aritmética, mientras que para otros puede significar la terminación del bachillerato. En otros casos la educación de adultos puede significar la actualización de competencias profesionales o asistir a un curso de lengua extranjera o de práctica para hablar en público. Los escenarios y contextos incluyen escuelas comunitarias, programas de educación para el trabajo, instituciones privadas y cursos de educación continua en las universidades, por nombrar algunos.
¿Cómo imaginamos una clase con adultos? Frecuentemente imaginamos a un maestro y algunos estudiantes en un aula. Posiblemente también imaginemos un pizarrón, algunos libros, hojas y lápices. Cada vez más nuestra visión incluirá una computadora, un módem, estudiantes usando la computadora a diferentes horas del día y un maestro lejos del aula. En cualquier caso, podemos encontrar estrategias educativas exitosas tanto para el trabajo cara a cara como para los contextos en línea.
Por otro lado, al igual que encontramos una multitud de cursos y escenarios en la educación para adultos, hay también una gran variedad de educadores que cumplen las funciones de enseñar, facilitar y capacitar. En las líneas que siguen examinaremos algunas ideas que han mostrado ser fundamentales para el éxito en el trabajo con educadores de adultos y que pueden ser aplicados a diversas experiencias en este campo.
Desde nuestro punto de vista, la capacitación de los educadores de adultos debe estar basada en la andragogía, un término popularizado por Malcolm Knowles que se refiere a las necesidades, intereses, motivación, capacidades y características específicas de los estudiantes adultos.
Para tender un puente entre la andragogía y el aprendizaje basado en la computación sugiero el uso de un nuevo término que nos permita caracterizar las estrategias y acercamientos para la enseñaza y el aprendizaje en línea. La pedagogía, por ejemplo, es un término que se usa para el estudio de la enseñanza para niños; la andragogía, como mencioné, se refiere a ciertos principios de la enseñanza para los adultos. Siguiendo este razonamiento, debería haber también ciertas estrategias específicas para la enseñanza y el aprendizaje en línea; de ahí mi sugerencia de utilizar el término “virtuología”, porque el aprendizaje en línea es virtual, en la medida en que utiliza tecnología en computación. La virtuología toma los principios del aprendizaje de los adultos y se aplica a la enseñanza y aprendizaje en línea.
Al igual que con cualquier acercamiento, no proponemos un método tipo “receta” para obtener éxito y las recomendaciones que más adelante presentaremos no son los únicos elementos necesarios para desarrollar programas para la enseñanza en línea para adultos. A lo largo de mi investigación y mi práctica educativa he identificado estos factores en función de su éxito para facilitar los cursos en línea.
Actividades
La mayor parte de mi tiempo académico y profesional lo he dedicado a analizar y a poner en práctica los aspectos que garantizan el éxito en programas de educación de adultos. Mi investigación académica concluyó en un esfuerzo de cinco años a lo largo de los cuales conduje un estudio cualitativo de los programas de educación básica para adultos en El Salvador, enfocado en los aspectos que eran considerados como exitosos por los estudiantes, los maestros, los administradores de las escuelas y la comunidad en general. Reuní datos a través de la observación en las aulas y la aplicación de entrevistas con maestros, estudiantes, administradores y diseñadores curriculares y de materiales. También estudié la historia política, social y financiera del país y su relación con la educación de los adultos, así como su sistema educativo en general. Dediqué mucho tiempo a indagar qué es lo que se enseña y cómo se enseña. Mi meta era capturar los rasgos esenciales de la cultura de la escuela y sus estructuras institucionales y sociales, además de aprender cómo eran los estudiantes y maestros, el plan curricular, el tipo de “acercamiento” que se daba y los métodos usados. También me interesaba conocer las interacciones cotidianas y aprender acerca de la historia y desarrollo de la educación de los adultos en El Salvador. El trabajo analítico consistía en acceder a categorías y a los rasgos de la realidad observada que respondieran a los objetivos generales de la investigación: los aspectos que determinan el éxito escolar.
Poco a poco fueron surgiendo las características más importantes de los programas exitosos de educación de adultos, mismas que he estado intentando integrar a mi propio trabajo de educación y capacitación con grupos de educadores de adultos con distintas características y de distintos países. Como ejemplos de esta práctica puedo mencionar el trabajo que he desarrollado con maestros y administradores bolivianos en el uso de estrategias innovadoras para la planificación de las lecciones, y el trabajo con educadores nicaragüenses para mejorar la autoestima de los jóvenes. Asimismo, he creado ambientes exitosos para el aprendizaje con inmigrantes recién llegados a Estados Unidos para el aprendizaje del inglés como segunda lengua y con adultos que participaban en talleres de capacitación para maestros. Todo lo que he aprendido lo he estado compartiendo con otros maestros, colegas y administradores interesados en mejorar sus prácticas en educación de adultos.
Más recientemente he aplicado mis hallazgos a la facilitación en línea. Las ideas que aquí se expresan no solamente han surgido de mis investigaciones, sino también de la práctica como facilitadora y al mismo tiempo como estudiante de cursos en línea. Considero que al diseñar y desarrollar los currículos, los contenidos y las lecciones en los cursos que damos debemos considerar importantes aspectos relativos a cómo se da el aprendizaje de los adultos; de esta manera estaremos contribuyendo al éxito de nuestro trabajo como capacitadores y facilitadores de cursos para adultos.
Resultados y recomendaciones para la acción
Las siguientes recomendaciones tienen el propósito de contribuir al éxito del trabajo con adultos. Están referidos al aprendizaje en línea, pero son aplicables a cualquier otra experiencia de enseñanza y aprendizaje con adultos.
1. Llevar a cabo un diagnóstico de necesidades para diseñar y/o modificar un curso. Como educadores sabemos que es prácticamente imposible realizar un diagnóstico de necesidades antes de encontrarnos con nuestros estudiantes; por esta razón muchas veces desarrollamos nuestros cursos en el vacío, basando nuestras decisiones en experiencias anteriores y en lo que sabemos de la materia. Sin embargo, independientemente de cuántas veces hayamos dado un determinado curso debemos tomarnos el tiempo, desde el principio, para identificar las necesidades, conocimientos e intereses de los estudiantes. De esta manera podremos ir actualizando nuestros materiales para hacerlos pertinentes respecto de los objetivos que queremos lograr.
Lo ideal es que el diagnóstico de necesidades se realice antes de diseñar el curso y que involucre a todos los estudiantes, o al menos una muestra representativa de ellos. Para esto puede utilizarse el correo regular, el fax, el correo electrónico y/o grupos focales presenciales. La conducción de un curso en línea puede facilitar el proceso de diagnóstico de necesidades. Existen muchas maneras de reunir información electrónicamente, por ejemplo, mediante un cuestionario en la Internet, una encuesta informal a través de correo electrónico o un examen electrónico de ingreso.
2. Asegurar que el contenido del curso sea relevante y aplicable en la vida cotidiana de los aprendices. Los adultos frecuentemente dicen que aprenden nueva información y la retienen mejor cuando lo que están aprendiendo está directamente vinculado a sus vidas, que satisface una necesidad y/o resuelve un problema particular. Es importante que no enseñemos contenido sin conexión con algo real. En un módulo en línea de contabilidad, por ejemplo, los alumnos quizá no estarán motivados a hacer ejercicios aritméticos de suma y resta fuera de contexto; sin embargo, si estas actividades están ligadas a operaciones donde se apliquen datos de sus propios negocios, los participantes podrían inclinarse más a aprender cómo crear una hoja de cálculo o a calcular débitos y créditos.
3. Tomar en cuenta los estilos de aprendizaje. Las personas aprenden de maneras diferentes. A algunas se les facilita más el aprendizaje a través de actividades basadas en estímulos visuales mientras que otros prefieren los estímulos auditivos. Los estudiantes kinestésicos aprenden principalmente a través de actividades manuales o táctiles. Conocer los estilos de aprendizaje de nuestros alumnos no solamente los ayuda a aprender más rápido, sino también a clarificar sus intereses y sus motivaciones para aprender. Saber si un alumno es conceptual (intuitivo) o concreto (sensorial) puede ser la diferencia entre una relación maestro–alumno exitosa o fallida.
Para atender los diferentes estilos de aprendizaje necesitamos emplear una variedad de acercamientos que van más allá de la clase tradicional. En el ámbito del estudio en línea, donde los estímulos visuales y auditivos son frecuentemente escasos y existe la tendencia de dar mucha información por escrito, es aún más importante diseñar diversas actividades y recursos que atiendan los distintos estilos de aprendizaje. Por ejemplo, podríamos pedir a los estudiantes que escuchen un audio corto o que vean un video y después escriban y manden sus reflexiones. Para los aprendices kinestésicos hay actividades que les permiten interactuar con los materiales fuera de línea y que pueden aprovechar en sus propias vidas.
Por otro lado, debido a que los cursos en línea dependen tanto de la escritura, los alumnos que tienen dificultades para expresar sus pensamientos por escrito participan menos y son menos exitosos. Al mismo tiempo, la comunicación por escrito puede ser una ventaja para las personas que son tímidas, o que no se expresan oralmente con facilidad, siempre que sean capaces de escribir bien. Es importante que los facilitadores en línea empleen una variedad de medios para interactuar con los estudiantes y para conseguir retroalimentación. Por ejemplo, semanalmente se pueden incorporar conversaciones telefónicas a un curso, o se puede pedir a los alumnos que respondan a encuestas cortas en lugar de desarrollar textos largos.
4. Crear una comunidad de aprendizaje. Los educadores de adultos en cualquier ámbito tienen más éxito cuando pueden crear una comunidad de aprendizaje que les resulte cómoda, tranquila y unida. Una característica distintiva de la interacción en línea es que frecuentemente se promueve la formación de comunidades virtuales, es decir, grupos de personas que comparten intereses comunes en línea. En un curso en línea los participantes frecuentemente llegan a conformar comunidades de aprendizaje que transcienden el ámbito y duración del curso, lo cual muestra que esta modalidad es potencialmente más rica y más satisfactoria que la tradicional en el aula.
El aprendizaje en línea trata fundamentalmente de esta interacción entre los alumnos y los docentes. El primer requisito para el aprendizaje en línea es el correo electrónico (e-mail), el cual provee el enlace básico entre ellos. El segundo requisito es un foro de discusión (frecuentemente llamado bulletin board) que permite el registro de las interacciones del grupo. Un tercer requisito es algún tipo de conferencia en tiempo real.
5. Animar a los alumnos a participar de manera activa y a ser responsables de su propio aprendizaje. Para que los participantes puedan aprovechar en su totalidad el nuevo conocimiento y las nuevas habilidades, necesitan que se les brinden oportunidades para involucrarse totalmente en la experiencia de aprendizaje. Los estudiantes deben tener flexibilidad e independencia para trabajar a su modo sobre los materiales. Aunque un facilitador puede asignar trabajo y definir un tiempo preciso para realizar las actividades, el alumno decide cuándo y dónde trabajar para avanzar a su propio ritmo. El aprendizaje en línea requiere de mucha auto-disciplina e iniciativa. Los participantes en cursos en línea deben ser auto-dirigidos en su acercamiento al aprendizaje y confiar en sus propios recursos y en su curiosidad. Por esa razón, propiciar y mantener la motivación de los alumnos para aprender es una de las tareas más importantes que se nos plantean para diseñar e impartir cursos en línea. Necesitamos alentar a nuestros alumnos para que manejen adecuadamente su tiempo, para que establezcan un plan de trabajo y para que lo cumplan.
6. Implementar un ambiente de aprendizaje que esté centrado en el alumno. Una diferencia significativa entre los cursos en línea y las clases tradicionales es que el aprendizaje en línea suele estar más centrado en el alumno. Esto es así porque el asunto central es la interacción entre los participantes y no la transmisión de contenidos. Los alumnos tienen más opciones acerca de dónde, cuándo, cómo y qué estudiar. Téngase en cuenta, sin embargo, que el hecho de que el aprendizaje esté centrado en el alumno depende de las estrategias diseñadas para el curso y de la manera como el docente las interprete y las emplee.
La exposición es una estrategia para la transmisión de información centrada en el maestro. La facilitación, por otro lado, requiere que el docente diseñe actividades asegurándose de que los contenidos que serán abordados estén disponibles en fuentes en línea o fuera de línea y que promuevan la interacción con los alumnos. En la mayoría de los casos estas actividades involucran lecturas, la resolución de ejercicios, la participación en discusiones y la elaboración de materiales (proyectos, por ejemplo).
En la educación en línea los docentes pueden recurrir a las exposiciones para complementar o revisar materiales sobre los que ya se haya trabajado y que sean accesibles a los participantes (por ejemplo, para discutir las respuestas de las tareas). Las exposiciones usualmente aburren a los estudiantes. Una buena idea es crear notas de estudio en línea que permitan la vinculación entre diferentes actividades y materiales en una lección, así como la recuperación de conceptos clave.
Cuando se trata de la interacción del grupo a través de foros de discusión (discussion boards) o conferencias en tiempo real, el docente juega el rol de moderador, por lo que debe asegurarse de que los alumnos participen y que la discusión esté enfocada en el tema en cuestión. Como moderador, el docente interactúa con todos los alumnos a la vez; sin embargo, también puede interactuar individualmente con algunos de los alumnos (generalmente a través de correo electrónico) o dar apoyos o guías específicas.
7. Dar retroalimentación positiva, consistente y frecuente. En cualquier curso es indispensable dar retroalimentación a los participantes acerca de su progreso. En el ambiente en línea los docentes deben esforzarse por retroalimentar el trabajo de cada alumno a través de correo electrónico o en los foros de discusión. Cuando la clase es grande la retroalimentación se puede dar en forma de mensajes al grupo, pero en estos casos es necesario que se mencione a cada uno de los alumnos.
Debido a que en los cursos en línea las interacciones visuales son limitadas o inexistentes, existe el riesgo de que los mensajes por escrito sean mal dirigidos o mal interpretados. Tanto los docentes como los estudiantes necesitan conocer y manejar adecuadamente las convenciones sociales para la comunicación en línea (netiquette) y las expectativas del curso. Por ejemplo, una regla para los mensajes de correo electrónico nos dice que escribir con mayúsculas es como si se estuviera gritando.
8.
Tomar en cuenta la cultura, la lengua, el género y la edad de los alumnos. Además de diferentes estilos de aprendizaje, los alumnos traen a la comunidad de aprendizaje una gran diversidad socioeconómica, cultural, de género y de nivel educativo. Por el hecho de superar las fronteras nacionales, los cursos en línea tienen la capacidad de unir individuos de numerosas y diversas culturas. Los diseñadores y docentes de cursos en línea necesitan estar conscientes de las diferentes costumbres y patrones de conducta de estas culturas, y asegurarse de que los materiales y los recursos educativos reflejen esta diversidad y sean sensibles a ella. Al momento de diseñar un curso en línea y de escoger y crear recursos, hay que considerar cómo están representados hombres y mujeres en las distintas profesiones, si se presentan estereotipos poco saludables, si hay personas de diversos grupos de edad, y si los ejemplos que se utilizan toman en cuenta las contribuciones de todos de los miembros de la comunidad, sin dejar a nadie fuera.
Otro aspecto a considerar es lo que esta diversidad aporta a la experiencia de aprendizaje, para lo cual conviene preguntarse si las mujeres quedan al margen del curso porque tienen acceso restringido a centros de computación, o si los adultos mayores están siendo excluidos por sus escasas habilidades computacionales, o si la falta de fluidez en el uso del idioma de que se trate impide el progreso de algunos estudiantes. Las preguntas que se deben formular dependen de nuestras circunstancias, de los cursos que damos, de los alumnos involucrados y de la tecnología empleada.
9. Considerar las obligaciones personales y profesionales de los participantes. Muchos alumnos adultos tienen trabajos de tiempo completo y responsabilidades familiares que interfieren con su participación en actividades educacionales formales. El aprendizaje en línea ofrece a los adultos más flexibilidad en tiempo y lugar porque el contenido del curso y las tareas están siempre disponibles en línea (suponiendo que el alumno tenga computadora y acceso a Internet). El correo electrónico y los foros de discusión son modos asincrónicos de interacción, lo que quiere decir que la gente puede usarlos en cualquier momento. Por otro lado, las presentaciones en tiempo real involucran interacción sincrónica que requiere la participación simultánea de todos, lo cual reduce la flexibilidad de los cursos en línea y por esa razón debe ser poco empleado. Es la forma asincrónica de interacción en línea la que resulta más valiosa para la mayoría de los alumnos y docentes, porque elimina la necesidad de estar en un lugar particular en un tiempo preciso.
La educación de adultos se da en una diversidad de contextos y tiene muy diversos significados. Para algunos consiste en el aprendizaje de las habilidades básicas de lectura y aritmética, mientras que para otros puede significar la terminación del bachillerato. En otros casos la educación de adultos puede significar la actualización de competencias profesionales o asistir a un curso de lengua extranjera o de práctica para hablar en público. Los escenarios y contextos incluyen escuelas comunitarias, programas de educación para el trabajo, instituciones privadas y cursos de educación continua en las universidades, por nombrar algunos.
¿Cómo imaginamos una clase con adultos? Frecuentemente imaginamos a un maestro y algunos estudiantes en un aula. Posiblemente también imaginemos un pizarrón, algunos libros, hojas y lápices. Cada vez más nuestra visión incluirá una computadora, un módem, estudiantes usando la computadora a diferentes horas del día y un maestro lejos del aula. En cualquier caso, podemos encontrar estrategias educativas exitosas tanto para el trabajo cara a cara como para los contextos en línea.
Por otro lado, al igual que encontramos una multitud de cursos y escenarios en la educación para adultos, hay también una gran variedad de educadores que cumplen las funciones de enseñar, facilitar y capacitar. En las líneas que siguen examinaremos algunas ideas que han mostrado ser fundamentales para el éxito en el trabajo con educadores de adultos y que pueden ser aplicados a diversas experiencias en este campo.
Desde nuestro punto de vista, la capacitación de los educadores de adultos debe estar basada en la andragogía, un término popularizado por Malcolm Knowles que se refiere a las necesidades, intereses, motivación, capacidades y características específicas de los estudiantes adultos.
Para tender un puente entre la andragogía y el aprendizaje basado en la computación sugiero el uso de un nuevo término que nos permita caracterizar las estrategias y acercamientos para la enseñaza y el aprendizaje en línea. La pedagogía, por ejemplo, es un término que se usa para el estudio de la enseñanza para niños; la andragogía, como mencioné, se refiere a ciertos principios de la enseñanza para los adultos. Siguiendo este razonamiento, debería haber también ciertas estrategias específicas para la enseñanza y el aprendizaje en línea; de ahí mi sugerencia de utilizar el término “virtuología”, porque el aprendizaje en línea es virtual, en la medida en que utiliza tecnología en computación. La virtuología toma los principios del aprendizaje de los adultos y se aplica a la enseñanza y aprendizaje en línea.
Al igual que con cualquier acercamiento, no proponemos un método tipo “receta” para obtener éxito y las recomendaciones que más adelante presentaremos no son los únicos elementos necesarios para desarrollar programas para la enseñanza en línea para adultos. A lo largo de mi investigación y mi práctica educativa he identificado estos factores en función de su éxito para facilitar los cursos en línea.
Actividades
La mayor parte de mi tiempo académico y profesional lo he dedicado a analizar y a poner en práctica los aspectos que garantizan el éxito en programas de educación de adultos. Mi investigación académica concluyó en un esfuerzo de cinco años a lo largo de los cuales conduje un estudio cualitativo de los programas de educación básica para adultos en El Salvador, enfocado en los aspectos que eran considerados como exitosos por los estudiantes, los maestros, los administradores de las escuelas y la comunidad en general. Reuní datos a través de la observación en las aulas y la aplicación de entrevistas con maestros, estudiantes, administradores y diseñadores curriculares y de materiales. También estudié la historia política, social y financiera del país y su relación con la educación de los adultos, así como su sistema educativo en general. Dediqué mucho tiempo a indagar qué es lo que se enseña y cómo se enseña. Mi meta era capturar los rasgos esenciales de la cultura de la escuela y sus estructuras institucionales y sociales, además de aprender cómo eran los estudiantes y maestros, el plan curricular, el tipo de “acercamiento” que se daba y los métodos usados. También me interesaba conocer las interacciones cotidianas y aprender acerca de la historia y desarrollo de la educación de los adultos en El Salvador. El trabajo analítico consistía en acceder a categorías y a los rasgos de la realidad observada que respondieran a los objetivos generales de la investigación: los aspectos que determinan el éxito escolar.
Poco a poco fueron surgiendo las características más importantes de los programas exitosos de educación de adultos, mismas que he estado intentando integrar a mi propio trabajo de educación y capacitación con grupos de educadores de adultos con distintas características y de distintos países. Como ejemplos de esta práctica puedo mencionar el trabajo que he desarrollado con maestros y administradores bolivianos en el uso de estrategias innovadoras para la planificación de las lecciones, y el trabajo con educadores nicaragüenses para mejorar la autoestima de los jóvenes. Asimismo, he creado ambientes exitosos para el aprendizaje con inmigrantes recién llegados a Estados Unidos para el aprendizaje del inglés como segunda lengua y con adultos que participaban en talleres de capacitación para maestros. Todo lo que he aprendido lo he estado compartiendo con otros maestros, colegas y administradores interesados en mejorar sus prácticas en educación de adultos.
Más recientemente he aplicado mis hallazgos a la facilitación en línea. Las ideas que aquí se expresan no solamente han surgido de mis investigaciones, sino también de la práctica como facilitadora y al mismo tiempo como estudiante de cursos en línea. Considero que al diseñar y desarrollar los currículos, los contenidos y las lecciones en los cursos que damos debemos considerar importantes aspectos relativos a cómo se da el aprendizaje de los adultos; de esta manera estaremos contribuyendo al éxito de nuestro trabajo como capacitadores y facilitadores de cursos para adultos.
Resultados y recomendaciones para la acción
Las siguientes recomendaciones tienen el propósito de contribuir al éxito del trabajo con adultos. Están referidos al aprendizaje en línea, pero son aplicables a cualquier otra experiencia de enseñanza y aprendizaje con adultos.
1. Llevar a cabo un diagnóstico de necesidades para diseñar y/o modificar un curso. Como educadores sabemos que es prácticamente imposible realizar un diagnóstico de necesidades antes de encontrarnos con nuestros estudiantes; por esta razón muchas veces desarrollamos nuestros cursos en el vacío, basando nuestras decisiones en experiencias anteriores y en lo que sabemos de la materia. Sin embargo, independientemente de cuántas veces hayamos dado un determinado curso debemos tomarnos el tiempo, desde el principio, para identificar las necesidades, conocimientos e intereses de los estudiantes. De esta manera podremos ir actualizando nuestros materiales para hacerlos pertinentes respecto de los objetivos que queremos lograr.
Lo ideal es que el diagnóstico de necesidades se realice antes de diseñar el curso y que involucre a todos los estudiantes, o al menos una muestra representativa de ellos. Para esto puede utilizarse el correo regular, el fax, el correo electrónico y/o grupos focales presenciales. La conducción de un curso en línea puede facilitar el proceso de diagnóstico de necesidades. Existen muchas maneras de reunir información electrónicamente, por ejemplo, mediante un cuestionario en la Internet, una encuesta informal a través de correo electrónico o un examen electrónico de ingreso.
2. Asegurar que el contenido del curso sea relevante y aplicable en la vida cotidiana de los aprendices. Los adultos frecuentemente dicen que aprenden nueva información y la retienen mejor cuando lo que están aprendiendo está directamente vinculado a sus vidas, que satisface una necesidad y/o resuelve un problema particular. Es importante que no enseñemos contenido sin conexión con algo real. En un módulo en línea de contabilidad, por ejemplo, los alumnos quizá no estarán motivados a hacer ejercicios aritméticos de suma y resta fuera de contexto; sin embargo, si estas actividades están ligadas a operaciones donde se apliquen datos de sus propios negocios, los participantes podrían inclinarse más a aprender cómo crear una hoja de cálculo o a calcular débitos y créditos.
3. Tomar en cuenta los estilos de aprendizaje. Las personas aprenden de maneras diferentes. A algunas se les facilita más el aprendizaje a través de actividades basadas en estímulos visuales mientras que otros prefieren los estímulos auditivos. Los estudiantes kinestésicos aprenden principalmente a través de actividades manuales o táctiles. Conocer los estilos de aprendizaje de nuestros alumnos no solamente los ayuda a aprender más rápido, sino también a clarificar sus intereses y sus motivaciones para aprender. Saber si un alumno es conceptual (intuitivo) o concreto (sensorial) puede ser la diferencia entre una relación maestro–alumno exitosa o fallida.
Para atender los diferentes estilos de aprendizaje necesitamos emplear una variedad de acercamientos que van más allá de la clase tradicional. En el ámbito del estudio en línea, donde los estímulos visuales y auditivos son frecuentemente escasos y existe la tendencia de dar mucha información por escrito, es aún más importante diseñar diversas actividades y recursos que atiendan los distintos estilos de aprendizaje. Por ejemplo, podríamos pedir a los estudiantes que escuchen un audio corto o que vean un video y después escriban y manden sus reflexiones. Para los aprendices kinestésicos hay actividades que les permiten interactuar con los materiales fuera de línea y que pueden aprovechar en sus propias vidas.
Por otro lado, debido a que los cursos en línea dependen tanto de la escritura, los alumnos que tienen dificultades para expresar sus pensamientos por escrito participan menos y son menos exitosos. Al mismo tiempo, la comunicación por escrito puede ser una ventaja para las personas que son tímidas, o que no se expresan oralmente con facilidad, siempre que sean capaces de escribir bien. Es importante que los facilitadores en línea empleen una variedad de medios para interactuar con los estudiantes y para conseguir retroalimentación. Por ejemplo, semanalmente se pueden incorporar conversaciones telefónicas a un curso, o se puede pedir a los alumnos que respondan a encuestas cortas en lugar de desarrollar textos largos.
4. Crear una comunidad de aprendizaje. Los educadores de adultos en cualquier ámbito tienen más éxito cuando pueden crear una comunidad de aprendizaje que les resulte cómoda, tranquila y unida. Una característica distintiva de la interacción en línea es que frecuentemente se promueve la formación de comunidades virtuales, es decir, grupos de personas que comparten intereses comunes en línea. En un curso en línea los participantes frecuentemente llegan a conformar comunidades de aprendizaje que transcienden el ámbito y duración del curso, lo cual muestra que esta modalidad es potencialmente más rica y más satisfactoria que la tradicional en el aula.
El aprendizaje en línea trata fundamentalmente de esta interacción entre los alumnos y los docentes. El primer requisito para el aprendizaje en línea es el correo electrónico (e-mail), el cual provee el enlace básico entre ellos. El segundo requisito es un foro de discusión (frecuentemente llamado bulletin board) que permite el registro de las interacciones del grupo. Un tercer requisito es algún tipo de conferencia en tiempo real.
5. Animar a los alumnos a participar de manera activa y a ser responsables de su propio aprendizaje. Para que los participantes puedan aprovechar en su totalidad el nuevo conocimiento y las nuevas habilidades, necesitan que se les brinden oportunidades para involucrarse totalmente en la experiencia de aprendizaje. Los estudiantes deben tener flexibilidad e independencia para trabajar a su modo sobre los materiales. Aunque un facilitador puede asignar trabajo y definir un tiempo preciso para realizar las actividades, el alumno decide cuándo y dónde trabajar para avanzar a su propio ritmo. El aprendizaje en línea requiere de mucha auto-disciplina e iniciativa. Los participantes en cursos en línea deben ser auto-dirigidos en su acercamiento al aprendizaje y confiar en sus propios recursos y en su curiosidad. Por esa razón, propiciar y mantener la motivación de los alumnos para aprender es una de las tareas más importantes que se nos plantean para diseñar e impartir cursos en línea. Necesitamos alentar a nuestros alumnos para que manejen adecuadamente su tiempo, para que establezcan un plan de trabajo y para que lo cumplan.
6. Implementar un ambiente de aprendizaje que esté centrado en el alumno. Una diferencia significativa entre los cursos en línea y las clases tradicionales es que el aprendizaje en línea suele estar más centrado en el alumno. Esto es así porque el asunto central es la interacción entre los participantes y no la transmisión de contenidos. Los alumnos tienen más opciones acerca de dónde, cuándo, cómo y qué estudiar. Téngase en cuenta, sin embargo, que el hecho de que el aprendizaje esté centrado en el alumno depende de las estrategias diseñadas para el curso y de la manera como el docente las interprete y las emplee.
La exposición es una estrategia para la transmisión de información centrada en el maestro. La facilitación, por otro lado, requiere que el docente diseñe actividades asegurándose de que los contenidos que serán abordados estén disponibles en fuentes en línea o fuera de línea y que promuevan la interacción con los alumnos. En la mayoría de los casos estas actividades involucran lecturas, la resolución de ejercicios, la participación en discusiones y la elaboración de materiales (proyectos, por ejemplo).
En la educación en línea los docentes pueden recurrir a las exposiciones para complementar o revisar materiales sobre los que ya se haya trabajado y que sean accesibles a los participantes (por ejemplo, para discutir las respuestas de las tareas). Las exposiciones usualmente aburren a los estudiantes. Una buena idea es crear notas de estudio en línea que permitan la vinculación entre diferentes actividades y materiales en una lección, así como la recuperación de conceptos clave.
Cuando se trata de la interacción del grupo a través de foros de discusión (discussion boards) o conferencias en tiempo real, el docente juega el rol de moderador, por lo que debe asegurarse de que los alumnos participen y que la discusión esté enfocada en el tema en cuestión. Como moderador, el docente interactúa con todos los alumnos a la vez; sin embargo, también puede interactuar individualmente con algunos de los alumnos (generalmente a través de correo electrónico) o dar apoyos o guías específicas.
7. Dar retroalimentación positiva, consistente y frecuente. En cualquier curso es indispensable dar retroalimentación a los participantes acerca de su progreso. En el ambiente en línea los docentes deben esforzarse por retroalimentar el trabajo de cada alumno a través de correo electrónico o en los foros de discusión. Cuando la clase es grande la retroalimentación se puede dar en forma de mensajes al grupo, pero en estos casos es necesario que se mencione a cada uno de los alumnos.
Debido a que en los cursos en línea las interacciones visuales son limitadas o inexistentes, existe el riesgo de que los mensajes por escrito sean mal dirigidos o mal interpretados. Tanto los docentes como los estudiantes necesitan conocer y manejar adecuadamente las convenciones sociales para la comunicación en línea (netiquette) y las expectativas del curso. Por ejemplo, una regla para los mensajes de correo electrónico nos dice que escribir con mayúsculas es como si se estuviera gritando.
8.
Tomar en cuenta la cultura, la lengua, el género y la edad de los alumnos. Además de diferentes estilos de aprendizaje, los alumnos traen a la comunidad de aprendizaje una gran diversidad socioeconómica, cultural, de género y de nivel educativo. Por el hecho de superar las fronteras nacionales, los cursos en línea tienen la capacidad de unir individuos de numerosas y diversas culturas. Los diseñadores y docentes de cursos en línea necesitan estar conscientes de las diferentes costumbres y patrones de conducta de estas culturas, y asegurarse de que los materiales y los recursos educativos reflejen esta diversidad y sean sensibles a ella. Al momento de diseñar un curso en línea y de escoger y crear recursos, hay que considerar cómo están representados hombres y mujeres en las distintas profesiones, si se presentan estereotipos poco saludables, si hay personas de diversos grupos de edad, y si los ejemplos que se utilizan toman en cuenta las contribuciones de todos de los miembros de la comunidad, sin dejar a nadie fuera.
Otro aspecto a considerar es lo que esta diversidad aporta a la experiencia de aprendizaje, para lo cual conviene preguntarse si las mujeres quedan al margen del curso porque tienen acceso restringido a centros de computación, o si los adultos mayores están siendo excluidos por sus escasas habilidades computacionales, o si la falta de fluidez en el uso del idioma de que se trate impide el progreso de algunos estudiantes. Las preguntas que se deben formular dependen de nuestras circunstancias, de los cursos que damos, de los alumnos involucrados y de la tecnología empleada.
9. Considerar las obligaciones personales y profesionales de los participantes. Muchos alumnos adultos tienen trabajos de tiempo completo y responsabilidades familiares que interfieren con su participación en actividades educacionales formales. El aprendizaje en línea ofrece a los adultos más flexibilidad en tiempo y lugar porque el contenido del curso y las tareas están siempre disponibles en línea (suponiendo que el alumno tenga computadora y acceso a Internet). El correo electrónico y los foros de discusión son modos asincrónicos de interacción, lo que quiere decir que la gente puede usarlos en cualquier momento. Por otro lado, las presentaciones en tiempo real involucran interacción sincrónica que requiere la participación simultánea de todos, lo cual reduce la flexibilidad de los cursos en línea y por esa razón debe ser poco empleado. Es la forma asincrónica de interacción en línea la que resulta más valiosa para la mayoría de los alumnos y docentes, porque elimina la necesidad de estar en un lugar particular en un tiempo preciso.